A esta corresponsal hamburguesera que recorre el mundo le pierde la comida asiática, tanto que cuando vivía en Madrid soñaba con volver a los puestecillos de las calles de Bangkok... Sin embargo, y a pesar de estar casi un mes en Tailandia probando cada cosa que pillaba por la calle, las últimas tres semanas en Sri Lanka han sido duras gastronómicamente hablando.
Al contrario de lo que pudiera parecer al estar este país a dos pasos de India y su extraordinaria variedad de platos, en la antigua Ceylán las posibilidades se acaban al segundo día. Cansadísima de tanto fried rice, rice & curry, kotthu rotti y short eats para desayunar comer y cenar llega un punto que se te vuelve a despertar el sentimiento hamburguesero.
La verdad es que el calor que he pasado últimamente no invitaba a refugiarme a comer pero, llegada a la zona de montañas de la Lágrima de India (que bien podía ser una pequeña Inglaterra), donde las temperaturas no superan los 15º, pequé y he vuelto a morder una hamburguesa.