Que somos fans de Madrid es casi tan obvio como que somos amantes empedernidos de la hamburguesa y como así somos, nos encantan los barrios de la capital, sobre todo aquellos en los que parece haberse detenido el tiempo, con sus negocios de "toda la vida" y su gente haciendo vida en la calle. Y La Elipa es uno de esos ejemplos, aunque si bien es cierto que la historia ha cambiado un poco a lo largo del tiempo, la esencia de ese barrio obrero y humilde, del que salieron los Burning, preguntándose "¿Qué hace una chica como tú en un lugar como éste?", por poner algún ejemplo.
Pues bien, este barrio también es el último reducto que queda de la localmente famosa Hamburguesería Akela, concretamente la tercera que hubo y que cerraba un triángulo que albergaba el barrio de Quintana y Pueblo Nuevo y en el que sus hamburguesas y perritos eran famosos. Ahora los tiempos han cambiado y sólo conservamos este Akela III que hoy os comentamos.
La entrada, no hay más palabras. |
Como bien sabéis, nos gusta la sinceridad cuando nos disponemos a comer una burger y queremos que lo que se nos ofrece sea lo que ingerimos (no es la primera vez que nos dan gato por liebre, como bien sabéis los más asiduos a nuestros posts) y aquí esa regla se cumple a rajatabla; nada más entrar en el pequeño local, donde todo tiene una buena solera, con la barra principal que alberga la plancha y poco más y otra barra secundaria donde degustar los productos de la carta.
Aquí todo está claro, Akela es sinónimo de hamburguesa de batalla, nada de carne de buey de los montes de Mordor hecha con carbón del Monte del Destino. Una plancha de gas, carne que bien podría haber sido comprada en Makro y salsas a granel. Vamos, lo que es una hamburguesa de batalla de las de toda la vida.
Lo mejor de todo son los precios, ya que, por muy poco dinero, nos podemos zampar una hamburguesa consistente y cargada de ingredientes, lo ideal cuando vas con hambre, pero poca fluidez económica.
Detalle de la oferta hamburguesera. |
Como veis, por estos precios y viendo el diseño de la carta, no hay trampa ni cartón y la verdad es que se antoja probar todas las combinaciones que el cuerpo nos permita. Aunque nosotros fuimos cautos y nos decantamos por la hamburguesa especial, con buen precio y más que suficiente para una cena decente, rápida y completa.
Podíamos habernos tirado a por la Súper o la de la casa, es cierto, pero la fama local de estas hamburguesas nos hizo ser precavidos en esta primera visita y creednos, hicimos bien...
Lo más interesante es que, aún por las dudas de salubridad que nos provocaba el local, en todo momento pudimos ver cómo se manipulaban y construían nuestras burgers, con cerveza en mano, así que sólo pudimos curioserar y aguardar a que llegase el momento de hincarles el diente.
Y llegaron las niñas, bien bañadas en salsa, lo cual siempre es un problema, pero en una hamburguesa así, es lo mejor. La carne, como en otras experiencias que hemos tenido, apenas se ve entre tanta cosa, ya sea el huevo, la lechuga, etc etc.
Hamburguesa especial. |
De la carne poco os tenemos que decir que no hayamos dicho ya, la típica lámina procesada que podéis encontrar en cualquier gran superficie, eso sí, aunque a palo seco pueda imponer, en compañía de ese queso bien fundido, el huevo frito, la verdura y el jamón...va perfecta, sin duda.
Sí que la lechuga nos pareció un poco pasada y en el límite de la frescura, pero lo peor es la cantidad que viene, quizás excesiva. Sin duda, un punto negativo.
Y es que, como os decimos, los ingredientes por separado son bastante justos de calidad y sólo cumplen una función meramente nutritiva, pero en conjunto y visto con calma, no sabemos si es por el romanticismo de los años o por el hambre de una noche primaveral, nos encantó. No nos entendáis mal, la hamburguesa es lo que es, pero para un apuro, sin lugar a dudas, es la opción ideal.
La hamburguesa especial, desde todos sus ángulos. |
Sí que echamos de menos que el pan viniese tostado, ya que no aguantó mucho más que dos bocados antes de desmoronarse y formar una masa impresionante con el resto de ingredientes, cosa que nos obligó a usar los cubiertos. Eso sí, nos sorprendió mucho, ya que no es el típico americano, sino que más bien nos encontramos con una mezcla entre éste y el, cada vez más de moda, pan de brioche. Muy curioso.
Otra de las pegas que le ponemos a Akela es que las burgers no vengan con patatas y haya que pedirlas aparte, pero bueno, como os decimos, por el precio y el concepto batallero de las mismas, tampoco las echamos de menos y si os animáis a pedirlas, no son nada caras. Eso sí, son una patatas fritas congeladas de las de toda la vida, nada del otro mundo.
Así que, como conclusión, poco más que añadir. Akela ha cambiado, aunque conserva su estilo (según nos han comentado) presentando una opción de burger barata y con algo más de calidad que la que podemos encontrar en cualquier cadena de fast food que no queremos ni nombrar. Hamburguesas de toda la vida, de batalla, a precios razonables. Toda una experiencia, aunque si no queréis pasar mucho tiempo en el local, tienen teléfono de pedidos, para recoger y comer en casa.
PRECIO DE LA VISITA DESGLOSADO:
2 COPAS DE CERVEZA: 3,6 €
2 HAMBURGUESAS ESPECIALES: 9 €
TOTAL: 12,6 €
Akela no tiene web, así que lo mejor es que os acerquéis, sin prejuicios y la probéis.
Podéis encontrar Akela III en la Avenida Marqués de Corbera, 32.
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